Acaba el año 18, un año lleno de
emociones, aunque también de alguna decepción en cuanto a lo
deportivo. Mis temporadas en esto del running las cuento como años
naturales, no hago pretemporadas, ni empiezo tras el verano,
simplemente subo o bajo el ritmo en función de las carreras que
tenga por delante.
Primer año también que afronto la
practica deportiva con la faceta de padre, y es cierto que influye en
el rendimiento, pero no es excusa para nada. Si no entrenas o
entrenas menos, si compites más o compites menos los primeros meses
o años de tu hijo, no es el motivo principal detonante que haga que
bajes el ritmo, te apartes o desaparezcas de este mundillo del
running. Si te escudas en eso, simplemente estás poniendo excusas.
Eso si, por otras circunstancias, es de
calle el año, de los seis que llevo tomándome en serio esto de
correr, que menos he entrenado. Un exigente trabajo, los constantes
viajes, la falta de motivación, las molestias permanentes y los
interminables catarros han provocado que los entrenamientos hayan
sido insuficientes y de poca calidad, apareciendo una baja forma en
la mayoría del año de manera latente.